fbpx

COMPETITIVIDAD Y TERNURA: ¿Es posible?

A un mes de nadar 22km en una competencia a mar abierto llamada “La Olaya”, el doctor me confirmó que aquel dolor del hombro que me “incomodaba un poco” se debía a que tenía el 80% del tendón del hombro roto. 

Esta era la competencia de mis sueños y por lo mismo, me preparé durante todo un año, siendo disciplinada y constante en mis entrenamientos, esforzándome muchísimo en todos los aspectos recomendados sin descuidar el resto de las actividades y responsabilidades a mi cargo.

Vi en la resonancia el pedacito de tendón que aún tenía pegado al hueso y sentí una gran tristeza: había empezado esta aventura con mi cuerpo completo y de un momento a otro, perdí una parte mía sin darme cuenta que no podría regenerar totalmente. 

Lo más doloroso fue cuando le pregunté al doctor si volvería a nadar en el mar y me respondió que podría hacerlo pero de manera “recreativa”, que para mí significaba simplemente chapotear.

“Caí en cuenta de que hice de todo menos escuchar mi cuerpo”

Lloré mucho y pensé “¿Por qué a mí?” Si hice todo lo recomendado por los profesionales, y caí en cuenta de que hice de todo menos escuchar mi cuerpo cuando me pedía descansar y detenerme. 

Mi llanto venía desde lo más íntimo de mi alma, junto a juicios como que “no era digna para esta carrera” o que “siempre que me esfuerzo, pasa algo”. Estaba aterrada porque debía enfrentar a mi equipo y a mi entrenador. 

Para mí, ellos no verían valor en mí ahora que estaba lesionada y sin fecha de retorno a las competencias. Yo era de las que se creía que podía con todo y tenía un cuerpo invencible para lograrlo, hasta que no pudo más. Lo llevé al límite y tuve que parar. 

Cuando eso pasó, no tenía ni idea de cómo sería vivir así y ahí empezó un proceso de descubrir el ser humano que también soy.

“Pude conocer mi forma de ser hiper mega exigente, siempre enfocada al logro”

Gracias a los procesos de formación como Coach Ontológico que seguí en Asersentido, pude conocer mi forma de ser hiper mega exigente, siempre enfocada al logro y a dar la milla extra en todas las actividades del día a día, sin siquiera sentir mi cuerpo. 

No sólo estaba presente en el deporte, sino en todos los aspectos de mi vida en dónde asumía retos, desafíos, responsabilidades, actividades sin tomarme en cuenta, sacrificando mi descanso, la calidad de mi nutrición y poniéndome en último lugar. 

Me sentía orgullosa de tener un alto nivel de tolerancia al dolor, sosteniendo creencias como “el dolor es tu amigo” o “hasta que no duela, no hay esfuerzo y sin esfuerzo no vale”.  Sin embargo, con mi lesión entendí que no era una fortaleza sino un factor de alto riesgo y de desconexión: había bloqueado esta sensación de dolor en mi cuerpo porque sentía que nunca era suficiente lo que daba y siempre puedo dar más.

“Descubrí que no tenía algunas emociones a la mano, como la ternura conmigo misma” 

Volver a conectar con mi autocuidado, priorizando mis espacios personales, fue un regalo maravilloso que hoy por hoy forma parte de mis “no negociables” del día, junto con celebrar lo que logré hacer sin sentir culpa por lo que no logré concretar o postergué. Aprendí a simplemente soltar y fluir.

La combinación vulnerabilidad y valentía no era algo que pensaba que podría existir. Hoy creo que es una posibilidad maravillosa. Mi lesión me enseñó que mostrarme vulnerable permitiría que los otros puedan acompañarme a transitar mi camino de la recuperación:

  • Decidí confiar en que me recuperaría, en el tiempo que mi cuerpo lo necesite.
  • Aprendí a escuchar mi cuerpo nuevamente y estar atenta a las señales que me mandara.
  • Empecé el proceso de recuperación activa en el agua, con mi entrenador y con mi equipo nadando a mi lado.
  • Reaprendí a nadar con las piernas protegiendo el hombro, haciendo los mismos ejercicios que mi hija de 4 años.

“Durante 8 meses vi pasar a mi equipo al lado mío, con velocidad” 

Mientras yo con mi tablita avanzaba a mi ritmo, siempre confiando que algún día me recuperaría y sin olvidarme de escuchar mi cuerpo: No acelerar el proceso porque “yo quiero”, sino aprender a sentir lo que mi cuerpo necesita. Pude resignificar mi lesión y aprender mucho de esta experiencia:

  • Agradezco a mi pedacito de tendón que confió en mantenerse conmigo porque lo cuidaré como a todo mi cuerpo, respetándolo y honrándolo… Tal como somos hoy. Disfruto de esta hermosa vida, porque estoy COMPLETA.
  • Agradezco de “no poderlo todo”, porque me mostró que podía contar con muchas personas que antes no veía porque quería hacerlo todo.
  • Agradezco que la vida me invitara a parar, porque me permitió ver y sentir muchas cosas que no percibía por estar siempre a un ritmo acelerado. El estar siempre buscando hacer muchas actividades al día, me obligaba hacerlas a una velocidad que no me permitía conectar ni conmigo ni con las otras personas que me rodeaban.
  • Agradezco porque me permitió encontrar un nuevo ritmo para vivir la vida como el ser humano integral que soy: con cuerpo, mente, emociones y espíritu. Todos estos aspectos merecen ser cuidados.
  • Agradezco por aprender a perder, a rendirme, a renunciar y a soltar porque a partir de ese momento pude ver nuevas posibilidades disponibles para mí, que antes no había logrado entender, vivir y disfrutar. Me gustó experimentar este espacio porque entendí que sigo siendo yo para mí y para el resto; sin perder valor alguno.

Ha pasado un año desde aquella revisión médica y cada vez que entro a la piscina o al mar, soy más consciente de agradecerle a cada parte de mi cuerpo por seguir confiando en esta mujer que soy. 

Que no me olvidaré de cuidarme y estar atenta de mis necesidades. Hoy puedo nadar con los dos brazos la misma distancia que el resto de mi equipo, presente y conectada para escuchar mi cuerpo y confiando en disfrutar cada día como vaya fluyendo: Esta decisión no me hace perder mi valor como mujer, como deportista, como profesional, como mamá, como esposa, como hija ni como hermana.

Patricia Mosto
Coach Ontológica Transpersonal



Si te gustó este artículo compártelo en tus redes sociales

Lecturas recomendada